tIeMpOs II
Al margen del post anterior, o sea, la primera parte de esta historia de triste venganza, hay otro recuerdo, no tan nítido como al que me refería antes, que me engancha en la tragedia del tiempo. Llevo en casa cerca de 50 horas, cálculos aproximados, y no había visto jamás este ambiente.
Mi fría capacidad de no llorar por las cosas realmente importantes (luego lloro por cualquier otra chorrada) me bloquea en este instante más que nunca. Mi abuela, para aquellos que no estén al tanto, tiene cáncer. De colon, que no tiene mal pronóstico, pero con la consecuente exposición a radioterapia y la quimioterapia de regalito navideño.
Para más regocijo del maquiavélico destino (me ha quedado muy hortera, lo sé, pero no se me ocurría otra cosa que poner) mi abuela está recientemente ciega. No es que el recientemente importe mucho, pero para una persona que fue un culo inquieto toda su vida, y que siempre se preguntó cómo sobrevivían “esas personas que se sientan en el sofá mano sobre mano” (palabras textuales), es un poco difícil de sobrellevar el perder la vista y tener una colostomía que te haga absolutamente dependiente de los que te rodean.
Así que, el panorama pucelandés es: abuela sentada en el sofá Sufriendo las horas como si fueran meses, abuelo sentado a su lado viendo la tele (él, que tiene vista, claro) sin decir ni pío; madre, hija de los susodichos, preparando ingentes cantidades de comida y cuidando del perfecto orden de las cosas, y… Carmen.
Carmen (Yo) está entre confusa, perdida y agobiada. Aparte de sufrir las iras maternales, que no pueden parar en otro lugar por razones obvias, estoy viendo antes de lo que me hubiera gustado, lo que el paso del tiempo hace con la capacidad de reponerse y las ganas de vivir.
Esperar que el tiempo pase, pero desear que se detenga es precisamente lo que piensa mi abuela a cada instante. No me lo ha dicho, pero se ve en sus ojos. Ojos que no te devuelven la mirada, y que de tanto cansancio ya ni lloran. Las palabras son aún peores, la dejadez mina mi estado de ánimo en lo que se pronuncian las palabras que todos los días llegan en un momento u otro, o ambos: “me da igual”.
Todo es indiferente, todo da lo mismo. No quiero. No sé si me da miedo el llegar a ese estado, el que la gente de mi alrededor siga llegando a ese estado o la desidia a la que todos, tarde o temprano llegaremos. No me gusta que el final sea indiferente. Quiero cambiar eso, quiero decisión y cordura hasta el último instante, y es algo totalmente ingarantizable.
Mi fría capacidad de no llorar por las cosas realmente importantes (luego lloro por cualquier otra chorrada) me bloquea en este instante más que nunca. Mi abuela, para aquellos que no estén al tanto, tiene cáncer. De colon, que no tiene mal pronóstico, pero con la consecuente exposición a radioterapia y la quimioterapia de regalito navideño.
Para más regocijo del maquiavélico destino (me ha quedado muy hortera, lo sé, pero no se me ocurría otra cosa que poner) mi abuela está recientemente ciega. No es que el recientemente importe mucho, pero para una persona que fue un culo inquieto toda su vida, y que siempre se preguntó cómo sobrevivían “esas personas que se sientan en el sofá mano sobre mano” (palabras textuales), es un poco difícil de sobrellevar el perder la vista y tener una colostomía que te haga absolutamente dependiente de los que te rodean.
Así que, el panorama pucelandés es: abuela sentada en el sofá Sufriendo las horas como si fueran meses, abuelo sentado a su lado viendo la tele (él, que tiene vista, claro) sin decir ni pío; madre, hija de los susodichos, preparando ingentes cantidades de comida y cuidando del perfecto orden de las cosas, y… Carmen.
Carmen (Yo) está entre confusa, perdida y agobiada. Aparte de sufrir las iras maternales, que no pueden parar en otro lugar por razones obvias, estoy viendo antes de lo que me hubiera gustado, lo que el paso del tiempo hace con la capacidad de reponerse y las ganas de vivir.
Esperar que el tiempo pase, pero desear que se detenga es precisamente lo que piensa mi abuela a cada instante. No me lo ha dicho, pero se ve en sus ojos. Ojos que no te devuelven la mirada, y que de tanto cansancio ya ni lloran. Las palabras son aún peores, la dejadez mina mi estado de ánimo en lo que se pronuncian las palabras que todos los días llegan en un momento u otro, o ambos: “me da igual”.
Todo es indiferente, todo da lo mismo. No quiero. No sé si me da miedo el llegar a ese estado, el que la gente de mi alrededor siga llegando a ese estado o la desidia a la que todos, tarde o temprano llegaremos. No me gusta que el final sea indiferente. Quiero cambiar eso, quiero decisión y cordura hasta el último instante, y es algo totalmente ingarantizable.






3 comentarios:
Felicidades, normalmente yo soy un personaje tirando a simplista o digamos por no tirarnos por los suelos como suelen algunos soy sencillo, y quizá doy más importancia a lo que se dice en lugar de como se dice, pero bueno debo reconocer que hay cosas que cambian de sentido segun en el momento o la forma en que se dicen,y quizá todos estos relatos ganan en la forma en q los cuentan,hacen que este biólogo en ciernes se vea empequeñecido ante el poder de la forma de contar las cosas asi que felicidades. Aprovecho para felicitarte las navidades, que a pesar de que supongo que para ti carecen del sentido que tienen para mi y para cada vez menos personas no dejan de ser unas fiestas que a unos y a otros quizá nos unen más no se muy bien porque pero parece que algo flota en el ambiente y no es el calvo de la lotería (calvo porque no tiene pelo en la cabeza). Bueno espero que pases unos felices días con tu familia, con tu mamá y tus abuelos. También acordarme de este año pasado en el que he tenido la cabeza un poco trastocada, se agradece contar a veces simplemente con tus oídos, además hay agradecimientos que son mejor hacerlos en público quizá para la persona que los recibe cobran más importancia, y gracias por corregirme mi ortografía continuamente (no te iba a decir solo memeces jejeje). Bueno Carmen que pases un buen año. Yo no te voy a dejar una frase de un gran filósofo ni un gran compositor, de esos que manejas tu y tu amiga la filosofa la que se mete con mis comentarios contra buffy cazavampiros, es de un hombre llamado Juan.
"La luz brilla en la oscuridad porque ésta no fue capaz de ocultarla"
Es de una corriente que tu y yo no compartimos pero que bueno espero que al menos conociendome veas de otro modo, un abrazo para ti y para toda tu familia de un amigo al menos sencillo.
Fdo:Maximus
El paso del tiempo hace que muchas cosas que antes no adquirían el significado suficiente, lo tomen cuando observamos lo frágiles que son los recuerdos.Chorradas, risas, palabras, abrazos o todos aquellos pequeños detalles que no tenían una vital importancia porque los poseias diariamente, porque eran rutinarios,pero cuando desaparecen o dejan de existir los echas de menos y te lamentas de no haberlos aprovechado al máximo en el momento en el que se daban lugar. Por ello te apoyo rotundamente a acabar con la indiferencia que reina en nuestros días, a intentar empaparnos cada día de todo lo que nos rodea aunque sea simplemente el observar como las hojas danzan con el suave compás del viento o como el café de la facultad amarga cada día un poco más, intentando vencer la apatía y el miedo a lo que depara aquello que llamamos futuro que está siendo en estos instantes y puede marcar la prespectiva del mundo que nos rodea.Yo sólo te deseo lo mejor y brindar por las sonrisas eternas que nos ayudan a intentar comprender lo absurdo de esta estancia en tierra de nadie que tiene dueños con nombres de grandes multinacionales.Un beso Carmen para tu familia pucelana y tus hermanos de Almendralejo.
anónimo número 2... no sé quién eres :S
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