liQuidAcióN
Que lo bueno se acaba lo sabemos todos. Que no hay mejores años que los de estudiantes también se han encargado de repetírnoslo sucesivas veces. En lo muy poquito que queda, véase de aquí a junio (o septiembre) uno no tiene tiempo de pararse tres minutos a regocijarse de lo fabulosa que es esta situación, por mucho que nos empeñemos.
Estoy empezando a vislumbrar el fin del camino. Ahora, que no tengo muy claro qué es lo que tengo que ver. No he querido pensarlo, y sigo sin querer, cosa curiosa en mí, porque suelo ser lo suficientemente previsora como para plantearme todas las opciones. Supongo que es comprensible, tengo miedo.
Es más, miedo es poco, estoy jodidamente aterrada. No sé qué será de mí. Hasta hace poco no sabía siquiera dónde iba a estar en verano. Ahora sé en qué ocuparé mi tiempo, pero no dónde me voy a localizar (así, en plan casa, y tal). Busco piso, por cierto. O compañeros. O un puente cómodo.
Aparte de esa gran duda, que no voy a solventar, así que intento evitar la mayor parte de mi tiempo, me queda la otra. Sé que muchos al año que viene no serán los que son. Simplemente serán móviles que no utilizas o contactos del mesenger que te tienen bloqueado. Sin rencores. Bloqueado.
No es que sea una catástrofe, pero no me gusta. Me gustan mis amigos. Me gusta la gente que estuvo/está en mi vida. Soy mala olvidando caras, y sé que me va a doler. Sé que muchos que no me espero pincharán en no admitir.
Es probable que ninguno de ellos lea mi blog. Es más, no creo que ninguno de ellos lea mi blog, de modo que no saben lo mal que lo voy a llevar, que no los quiero perder, por poco que me pertenezcan.
Estoy empezando a vislumbrar el fin del camino. Ahora, que no tengo muy claro qué es lo que tengo que ver. No he querido pensarlo, y sigo sin querer, cosa curiosa en mí, porque suelo ser lo suficientemente previsora como para plantearme todas las opciones. Supongo que es comprensible, tengo miedo.
Es más, miedo es poco, estoy jodidamente aterrada. No sé qué será de mí. Hasta hace poco no sabía siquiera dónde iba a estar en verano. Ahora sé en qué ocuparé mi tiempo, pero no dónde me voy a localizar (así, en plan casa, y tal). Busco piso, por cierto. O compañeros. O un puente cómodo.
Aparte de esa gran duda, que no voy a solventar, así que intento evitar la mayor parte de mi tiempo, me queda la otra. Sé que muchos al año que viene no serán los que son. Simplemente serán móviles que no utilizas o contactos del mesenger que te tienen bloqueado. Sin rencores. Bloqueado.
No es que sea una catástrofe, pero no me gusta. Me gustan mis amigos. Me gusta la gente que estuvo/está en mi vida. Soy mala olvidando caras, y sé que me va a doler. Sé que muchos que no me espero pincharán en no admitir.
Es probable que ninguno de ellos lea mi blog. Es más, no creo que ninguno de ellos lea mi blog, de modo que no saben lo mal que lo voy a llevar, que no los quiero perder, por poco que me pertenezcan.






1 comentario:
Es el fin del camino, pero el comienzo de otro aún más largo. Y en ese nuevo camino me gustaría que aparecieras muchas veces, aunque solo sea para decirme lo cafre que soy.
Publicar un comentario