domingo, enero 01, 2006

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El día que en mi casa cenamos ocho empezó muy tarde, con ruido de cubiertos, cazuelas y hornos. La luz se coló con retraso en la habitación y me dejó desperezada a la hora del que ha estado trasteando toda la noche. La mañana fue de estudio y bastante poca colaboración culinaria, para evitar riñas matutinas y de horas “siestiles”.

La tarde del día que en mi casa cenamos ocho trajo, además de estudio, creatividad. Colocar turrones en bandejitas elegantemente lleva más horas de las previstas y requiere una visión artística que muchos no son capaces de percibir. Poner estratégicamente los platos para ocho en una mesa en la que a lo sumo se han juntado seis (y sólo en muy grandes eventos) no es moco de pavo, lo que casi causa una crisis familiar. Descubrir con tristeza que no hay platos conjuntados para todos conllevó gran disgusto.

Esa tarde, mi abuela se echó la siesta a las nueve, mi madre se duchó simultaneando con el asado y mi tío & family llegaron puntuales, en exceso, por primera vez en su vida. Mi prima me obligó a ver tres películas infantiles, gritó cada diez minutos y durante tres horas “¿Os estáis tomando ya las uvas?”, mi abuelo salió a comprar a última hora y gasté mi saldo total en mensajes y llamadas con escasa atención por parte de los receptores.

Pocos minutos antes de la cena de ocho, mi padre me llamó por teléfono, para decirme que luego me llamaría; mis hermanos me abuchearon por pasar las fiestas en Valladolid en vez de con ellos y M. me trató con más cariño del usual anteriormente. También se localizaron aquellos perdidos, se rescataron algunos mensajes del abismo y se rezó por la pronta llegada del último de los comensales.

La noche que en mi casa cenamos ocho, se empezó a cenar a las diez y media, nos chupamos los dedos, algunos comieron gambas sin pelar (!), se habló de Rocco (de los dos), de España, del metro, de timos, de engaños y de suspicacias. Se llenaron los platos con salsa, con lechazo y con prisas.

A las doce menos tres del día que en mi casa cenamos ocho, se paró el reloj del salón, para no confundir campanadas, se corrió a la tele, se sacaron las uvas, se contaron las uvas, se reajustaron las uvas. Bajó el carrillón y sonaron los cuartos y mientras Bush y Eva Hache hablaban, algunos dedicamos el año a los que fueron y a los que están por venir.

El día en que en mi casa cenamos ocho, brindamos con Moët Chandon y oro.

La noche después de la cena de ocho, comenzó con alguna llamada esporádica y con Bonnie M cantando en la televisión, con el videoclip de Bee Gees, Jackson five y AbbA. De risas y bailes. La noche en que en mi casa cenamos ocho, casi me fumo un canuto en familia.

Esa noche, conseguí mi propósito de boicotear las salidas, estuve calentita en casa, sin lluvia (llovía), sin frío (helaba), sin taxi (). El cumpleañero recumplió los 12 con la PS2 en brazos y una sonrisa de oreja a oreja. Habrá que jugar a las motos.

Con Trivial, se jugó, se ganó, se perdió y se discutió en exceso, y con niña aprendí que por mucho que nos esforcemos, las cosas no han cambiado en todos estos años. Los que fueron bordes e hirientes, siguen siéndolo, a conciencia, y con la ventaja del buen planear a través de los años. Los que utilizan a sus hijos como parapeto no se merecen mi consideración. No te acostarás sin saber una cosa más, eso lo aplico todos los días, pero la lección de hoy, calará, espero.

El día que en mi casa cenamos ocho fue un día como otro cualquiera, para mí y para algunos, y más estresante para otros. Y terminó con una visión espectacular de un adulto en su era adolescente lacrimógena y un resumen redactado regular por la perjudicación del sueño.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Bueno pues nada ya estamos en un nuevo día, que según todo el mundo es un nuevo año, pero al fin y al cabo es una continuación del día anterior, los proyectos e ilusiones no se plantean porque empiece el año sino porque tu consideras que se plantean en ese momento, en fin pero deshaciendo caso a mi maestro u hermano según se tercie, siempre irrespetuoso con ciertas tradiciones (muchas veces con una santa razón), respetémolas por una vez, aunque solo sea porque las tradiciones al menos unen a las personas y les dan la oportunidad de hablar, recordar y poner una mejor cara. Feliz Año 2006 (pendiente de edición)

Anónimo dijo...

Tanto la Nochebuena como la Nochevieja cada año de los que recuerdo ha variado considerablemente de número,4,6,3,10,12,9 y este año también coincido comtigo en número.Las navidades por este motivo creo que más que celebrar las fiestas,lo que hago es ver que nuevo número me tocará, quien no asistirá a la cena?? (a esta y a las demás ), que nuevas adquisiciones (la mayoría buenas) asistiran. El único factor que permanece innalterable es mi persona, soy como aquella persona que siempre está en todos los actos porque es importante o necesaria para dar caché al evento ; con la diferencia que no es que me inviten sino que se van de mi lado los habituales y me arrejunto con los que me acogen en este momento de la vida.Tantas familias que parten de una que fue la original a la que pertenezco legalmente según el libro de familia de la cual solo quedamos dos que ahora volvemos a estar bajo el mismo techo hastas que la vida que da tantas vueltas,vuelva a girar descolocandolo todo y yo me ocupe de ordenar todo como pueda aunque no adquiera el orden original pero ya han sido tantas veces que no recuerdo el original solo intento estar agusto y seguir el camino.Segundo año consecutivo que brindo por los que no estan , tercero en mi vida que estas malditas fiestas son como tu muy bien dices agridulces, porque no sabes a que atenerte.Espero que el año que viene en tu mesa se sienten 8 y en la mía otros 8 teniendo en cuenta que admitimos a nuevos comensales pero sin inmutar los de este año. Un beso Carmen y cada día me gusta más leerte porque me haces reemplantearme cosas que no pienso para no remover recuerdos y personas que ya no vinen a cenar pero que es necesario que piense en ello.Muchas gracias.Te quiere water bear.Feliz 2006 y porque este año vayamos al patatin en jueves.agur.

car_ dijo...

;) water bear es un buen pseudonimo, anonimo número 2... Muchos besos (tq)

Anónimo dijo...

Ey!! Vaya, siento mucho ser uno de esos ignorantes (de que te ignoran) involuntarios que no devolvieron los mensajes y tal... Pero bueno, vamos al meollo: ¿a santo de qué estábais hablando de nuestro querido y no menos admirado Rocco? Es algo que no entiendo, pero algún día me lo explicarás; 1bso!!

Anónimo dijo...

A pesar de que Rocco es una gran persona en el sentido más literal de la palabra, mi mayor aliciente de las nocheviejas ultimamente es saber qué rima se le hace a Ramón García e intentar adivinar cual es el primer y ultimo anuncio del año. Siempre me quejo, siempre me lo paso bien y nunca creo que el siguiente año vaya a ser mejor solo por que sea nuevo.
Por cierto, ¿¿¿a quien se le ocurre poner comida familiar al dia siguiente???