SensaCión de Vivir
Los que me conocen bien, sabrán que siento una especie de fervorosa devoción hacia la familia en general. Despotrico que da gusto contra (casi) todos mis familiares cuando las broncas afloran, pero (siempre) intento dejar patente la importancia que le doy a los lazos de sangre.
A pesar de que la familia viene impuesta creo que son los que están ahí y luchan por tu culo contra viento y marea, y los que no te fallan cuando realmente importa, cosa que no puedo decir de muchos de mis amigos. El otro día un “conocido” al que le intentaba hacer ver que entre nosotros dos no había habido nunca una amistad me dijo: Amigos de verdad tendrás a lo sumo tres, y dos de ellos ya te habrán decepcionado; lo que no me deja en posición mucho peor, más bien nos iguala. Verdad verdadera.
Mi familia es rara como todas, ni más ni menos, pero una gran parte de ella demuestra una lealtad que supone la mejor lección de vida que he recibido nunca. Ya he comentado cómo fue el pie de cama de mi abuela en los últimos meses en el hospital, y es muestra suficiente de lo que se me ha enseñado.
Hoy, como tantas otras veces, he refunfuñado internamente lamentando una y cien veces ponerme en esas circunstancias. ¿Por qué no dejo de esperar algo bueno de según que gente? La familia será maravillosa, pero gilipollas, de esos hay en todas partes y ni mi familia es la excepción, ni a mí me toca de lejos.
A falta de alguien mejor a quien despotricar, a mí me tocaba de pequeña oír sus críticas a las moralinas a la par que me recitaba las suyas propias. Creo que se sentía importante, enseñándole a la niña: Cómo vivir, Volumen I. Esta retahíla de despropósitos me los ha estado dictando hasta hace relativamente poco, aún cuando yo dejé de ser pequeña.
Siempre le creí, no obstante. Me hacía daño, pero yo oía sus indicaciones y me las apuntaba. No conscientemente en muchos casos, sus lecciones me han ido calando hondo y a día de hoy sé que forman mi manera de ser. Con el paso de los años las broncas, las exhortaciones y los sermones empezaron a ser cada vez menos lógicos y más hirientes, repitiendo la misma cantinela que él incumple, y la cosa comenzó a ponerse absurda.
Él me dice lo paletos que se han vuelto los de Valladolid, y yo cada vez le veo más paleto a él, Él me dice lo intolerantes que son otros, demostrando claramente su propia intolerancia, y se desoye a la misma vez. Hoy sus palabras han sido, Ya te dije yo que si querías investigar te fueras a otro país. Tanto estudiar para acabar contando moscas. Eso es cierto, él decir había dicho, aunque no a mí, ahora que lo pienso, sino siempre a alguien más inoportuno...
No os creáis que tiene la más mínima idea de lo que está hablando. Dios le libre de hablar con conocimiento de causa, ¿para qué? Ya tiene a sus amigos (muchos más de los que yo me imagine) que le aconsejan. No es necesario interesarse lo más mínimo por lo que yo hago. Total, si es una mierda, se puede permitir su soberbia. Porque yo lo valgo.
A fin de cuentas, los que le rodeamos, y personalmente no creo que se libre ni siquiera su mujer, no le llegamos ni a la suela. Intentado vivir SU vida se limita a criticar la nuestra. No lo verá nunca. Y nunca podré decirle todo esto. Tampoco es que mereciera la pena en realidad, no iba a servir más que para que me retirara la palabra de por vida (otra gran característica que critica a la par que pone bien en práctica) y no es un enemigo que merezca la pena tener. Demasiada gente no ve esto, y yo, que si que lo veo, tengo que lidiar con ello.
Por cierto, el hoyuelo de la pequeña sigue en su sitio y hoy ha confesado no recordar nada de genética.
A pesar de que la familia viene impuesta creo que son los que están ahí y luchan por tu culo contra viento y marea, y los que no te fallan cuando realmente importa, cosa que no puedo decir de muchos de mis amigos. El otro día un “conocido” al que le intentaba hacer ver que entre nosotros dos no había habido nunca una amistad me dijo: Amigos de verdad tendrás a lo sumo tres, y dos de ellos ya te habrán decepcionado; lo que no me deja en posición mucho peor, más bien nos iguala. Verdad verdadera.
Mi familia es rara como todas, ni más ni menos, pero una gran parte de ella demuestra una lealtad que supone la mejor lección de vida que he recibido nunca. Ya he comentado cómo fue el pie de cama de mi abuela en los últimos meses en el hospital, y es muestra suficiente de lo que se me ha enseñado.
Hoy, como tantas otras veces, he refunfuñado internamente lamentando una y cien veces ponerme en esas circunstancias. ¿Por qué no dejo de esperar algo bueno de según que gente? La familia será maravillosa, pero gilipollas, de esos hay en todas partes y ni mi familia es la excepción, ni a mí me toca de lejos.
A falta de alguien mejor a quien despotricar, a mí me tocaba de pequeña oír sus críticas a las moralinas a la par que me recitaba las suyas propias. Creo que se sentía importante, enseñándole a la niña: Cómo vivir, Volumen I. Esta retahíla de despropósitos me los ha estado dictando hasta hace relativamente poco, aún cuando yo dejé de ser pequeña.
Siempre le creí, no obstante. Me hacía daño, pero yo oía sus indicaciones y me las apuntaba. No conscientemente en muchos casos, sus lecciones me han ido calando hondo y a día de hoy sé que forman mi manera de ser. Con el paso de los años las broncas, las exhortaciones y los sermones empezaron a ser cada vez menos lógicos y más hirientes, repitiendo la misma cantinela que él incumple, y la cosa comenzó a ponerse absurda.
Él me dice lo paletos que se han vuelto los de Valladolid, y yo cada vez le veo más paleto a él, Él me dice lo intolerantes que son otros, demostrando claramente su propia intolerancia, y se desoye a la misma vez. Hoy sus palabras han sido, Ya te dije yo que si querías investigar te fueras a otro país. Tanto estudiar para acabar contando moscas. Eso es cierto, él decir había dicho, aunque no a mí, ahora que lo pienso, sino siempre a alguien más inoportuno...
No os creáis que tiene la más mínima idea de lo que está hablando. Dios le libre de hablar con conocimiento de causa, ¿para qué? Ya tiene a sus amigos (muchos más de los que yo me imagine) que le aconsejan. No es necesario interesarse lo más mínimo por lo que yo hago. Total, si es una mierda, se puede permitir su soberbia. Porque yo lo valgo.
A fin de cuentas, los que le rodeamos, y personalmente no creo que se libre ni siquiera su mujer, no le llegamos ni a la suela. Intentado vivir SU vida se limita a criticar la nuestra. No lo verá nunca. Y nunca podré decirle todo esto. Tampoco es que mereciera la pena en realidad, no iba a servir más que para que me retirara la palabra de por vida (otra gran característica que critica a la par que pone bien en práctica) y no es un enemigo que merezca la pena tener. Demasiada gente no ve esto, y yo, que si que lo veo, tengo que lidiar con ello.
Por cierto, el hoyuelo de la pequeña sigue en su sitio y hoy ha confesado no recordar nada de genética.






1 comentario:
No se exactamente a quien te refieres pero me hago una idea... solo puedo decir"paciencia" y "oidos sordos" según que cosas...bss
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