martes, noviembre 07, 2006

BrOOkLyn fOlliEs

Creo que puedo decir que me gusta leer. Siempre me ha gustado, de pequeña devoraba libros a velocidades pasmosas. Me leí toda la colección naranja del barco de vapor [a partir de nueve años] mucho antes de cumplirlos. Ahora, no puedo decir que lea mucho, y es algo que lamento. Espero poder cambiarlo, pero en Madrid uno lee en el metro, y yo, hasta hace dos días, apenas cogía el metro…

Nunca leo un libro que no me interese lo más mínimo. Aunque tengo una excepción entre las manos: Educación y Sistema educativo, de un autor M. que sólo se cita a sí mismo (como J.R. Lachaîne). No leo un libro que no me enganche en las primeras páginas. Leer es un gusto, no un castigo, y siempre me pareció estúpido el planteamiento de “yo, libro que empiezo, libro que acabo… ¿y eso por qué?

Ahora espero tranquilamente a que los libros me llamen. Voy a la Casa del Libro, echo un ojo y cuando un libro me mira, yo me lo compro y lo leo. Y seguro que me gusta. El martes de la semana pasada fui a la FNAC con El que cotiza. Compré Brooklyn Follies.

No suelo ensalzar el valor de ningún libro. Quitando la veneración que siento por la Colonia Penitenciaria y algún cuentecillo más, ni siquiera suelo hablar de libros. Más que nada porque a cada uno le afectan de una manera, y me parece tan personal que no merece la pena siquiera ser comentado con la mayor parte de la gente, prefiero guardarlo para mí misma. Aún así, en este post va una segunda excepción.

Conocí a Paul Auster con Ciudad de Cristal, y tras ella los otros dos componentes de La trilogía de Nueva York. Me cambiaron, pero siempre pensé que fue causa del momento personal. No sé si las recomendaría, son demasiado raras. Al tiempo vi Lulu on the Bridge, otra vez esa misma sensación. La de la mágica piedra azul.


Brooklyn Follies engancha, y no tengo una razón argumentada. Brooklyn Follies tiene un título que sólo merece la pena en inglés, no merece la desfachatez de traducirlo. Brooklyn Follies tiene algo especial, y yo creo que es Auster.

Esta vez no voy a decir que me haya cambiado. Sólo es una novela, vitalista y real, a la par que ficticia y engañosa. Pero a uno le entran ganas de irse a Brooklyn a encontrar a Nathan, absolutamente encandilador, para tener la suerte de que tu vida se arregle sólo por contagio…

El motivo de este post, es doble. En primer lugar, hacía tiempo que un libro no me llamaba, hacía tiempo que no leía compulsivamente (cuatro viajes de metro y una hora y media más han sido suficientes para concluir la historia) y hacía tiempo que algo no me fascinaba de ese modo. El segundo motivo es jotita, que contó que había llorado a mares al leerlo…

No esperaba de Brooklyn Follies una historia sencilla (en principio) sino más bien un cuento incomprensible. Cuando empecé pensé que jotita se sintió irrevocablemente identificada con Tom, gran promesa, muchas aspiraciones, flamantes proyectos, futuro taxista. Típico de j. creerse un fracaso mientras el resto vemos brillo. No del que te ciega, sino del que desprende la gente que vale y que sabrá hacerse valer de no ser por una paranoia de miedo al avance.

Pero conforme he ido pasando páginas he visto parte de j. en todos los personajes. Es lo que tiene ser complicado. Harry bibliotecario homosexual fraudulento, Aurora bala perdida, el propio Nathan. Y podría creerme que j. se viera a sí misma incluso en Flora.

Yo no veo llantos en ese libro, sino más bien ganas de vivir al más puro estilio Amelie Poulain. Me parece que hay que entender la moraleja. Es de esas cursis y típicas, pero argumentada con todo lo bueno de una novela buena. Lo maravilloso de todo es única y exclusivamente vivir. No es encontrar exactamente lo que buscas, o conseguir lo que deseas. Es disfrutar por el camino. Y a j. igual se le ha olvidado que aunque llores de alegría por haberlo comprendido, es algo que debe acompañarte siempre.


- Sí, supongo que sí. Y acabarías lamentándolo durante todos los días de tu vida. No vayas por ese camino, Joyce. Intenta encajar los golpes. Lleva la cabeza alta. Que no te tomen el pelo. Vota a los demócratas en todas las elecciones. Pasea en bici por el parque. Sueña con mi cuerpo inigualable y perfecto. Toma vitaminas. Bebe ocho vasos de agua al día. Apoya a los Mets. Ve mucho al cine. No te mates a trabajar. Haz un viaje conmigo a París. Ven al hospital cuando Rachel tenga el niño y coge en brazos a mi nieto. Cepíllate los dientes después de cada comida. No cruces la calle con el semáforo en rojo. Defiende al débil. Hazte valer. Recuerda lo hermosa que eres. Acuérdate de lo mucho que te quiero. Bebe un whisky con hielo todos los días. Respira profundamente. Mantén los ojos abiertos. No comas grasas. Sueña el sueño de los justos. Recuerda cuánto te quiero


para I, para j., para G. ... para todas ellas


6 comentarios:

Anónimo dijo...

Me ha encantado el post. Me han entrado ganas locas, y más que locas, de volverme a Madrid durante esos ratos que citas entre metro y vida y metro intercalándolo con ese libro del que se puede respirar, parece ser, 1 poco de todos. 1 saludo. Fiel

Anónimo dijo...

Y ahora que digo yo? poca cosa, esta vez la creacion literaria te la dejo a ti y solo puedo articular un enorme GRACIAS!!! y q espero verte muy pronto.

Ahora q empiezan a soplar nuevos aires en mi vida, siento mas q nunca la distancia q nos separa

car_ dijo...

al menos ha cambiado el tono, y el discurso...

me alegro, y te echo de menos :)

Anónimo dijo...

pues yo libro que empiezo, libro que acabo, que por que? porque un mal principio no implica un mal final. te puedes perder libros maravillosos por culpa de principios que no enganchan!!!!!!!
muxus

amsha dijo...

Bueno no podía resistir la tentación de comentarte que, finalmente y gracias a un regalo de cumpleaños, llegó a mis manos brooklyn follies. Dos días, mas bien día y medio, en mis manos ha sido suficiente para devorarlo. Intento pensar que es lo que me ha atrapado para devorarlo y supongo que han influído varios factores. El caso es que, cuando he encontrado el párrafo que citas en el blog, me he sonreído al reconocerlo en el propio libro y también me ha parecido aún más hermoso en el contexto. Nada más. Quería compartirlo.1bsillo y gracias por descubrírmelo.

Anónimo dijo...

Hay algo que te acerca a las personas, aunque te asco la sociedad opulenta y cruel en la que vivimos, aunque odies, como le pasa a Tom, esos "canales de golf y esos jovenes millonarios del punto com"..Pese a todo eso,hay algo que nos une a nuestros semejantes.

Es ese algo que te hace enternecer ante los hijos de los demás, que nos hace llorar con el tormento de los demás,vibrar con el arte de los demás,sentirnos vivos en su piel...

Ese algo salva a Tom, también a Nathan...Y me salva a mi..Más en estos días opacos y marrones de estudio en los que llevo esta "vida de pollo".

Ese algo brota a raudales en este libro, en Auster en general, pero creo que especialmente aquí.

" Todos se empeñan en estar en la cima de montaña, cuando la verdadera felicidad está en el modo de subir la escarpada" Gabriel Gcia Marquez

Besos desde mi cuevita. Abú