sábado, enero 28, 2006

lA gRAn cRuzAdA

Hoy no tengo ganas de llorarle por teléfono al que me explica que la vida es galopar un camino empedrado de horas, minutos y segundos. Hoy no puedo decidirlo, sólo en un instante, sin que nadie se de cuenta de cómo paseo al borde del precipicio. Estoy diciendo adios.

Es de esos días en que el sol brilla, para que el invierno no se sienta tan culpable por jodernos de frío. Ya vino el ruso con la maleta. Mientras el madrugador ha vivido toda la mañana, yo me levanté a la hora de comer, después de una noche de girasoles y maíces.

No avanzo. Nada está hecho y ya llaman a la puerta. Los que dicen que nada importa, que se puede solucionar con nervios de septiembre, y los que miran con recelo y desean el antiéxito. Los consejos antagónicos permiten que el kaos se convierta en materia lacrimógena. Entre cafés parecen sólo latidos. Entre valerianas parecen las miserias del que nunca tuvo un problema.

Me asombra ver lo que hace el mes de febrero con las miradas y los sentimientos. Las miradas de tensión de mis vecinos, y los sentimientos de tensión de mis amigos. Nos machacamos los unos a los otros, los estreses de los literatos son los pausados descansos de los que integran. Y al revés igual, que aquí cada uno lidia con lo suyo.

Más allá no me veo. No me he visto nunca en realidad. Hay sábados que sigo en Valladolid. Hoy me gustaría quedar en Fuente Dorada, aunque tengamos examen de lengua en breve, total, en dos días me lo preparo…

1 comentario:

Anónimo dijo...

Ey!! Lo más probable es que ahora estés todavía durmiendo (que descanses!), pero aprovecho la coyuntura para enviarte, on-line, energías positivas y muchos ánimos, que tú puedes con todo y más!! Que la fuerza del guiño te acompañe... ;)
Besos!